Cada mañana en la que abro mis ojos, te desvaneces un poco más.
No me acostumbro a preparar un solo café por las mañanas, siempre me equivoco y coloco dos tazas sobre la mesa. No me acostumbro a que mi mano derecha esté siempre fría cuando camino por la calle, sin que nadie me la agarre. A veces, en algunas ocasiones, me parece escuchar tu respiración cuando voy a caer en los brazos de Morfeo, pero, al levantarme de golpe de la cama para buscarte, solo me encuentro con la compañía de la soledad.
Los medios corazones se han convertido en interrogaciones.
Preguntas que no paran de bombardear mi mente. ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué tuvo que ser todo tan de pronto, tan repentino? No encuentro techo donde resguardarme de este aguacero que cae desde que ya no estás. Que yo también me he planteado unirme a ti en tu desvanecimiento, pero no puedo.
Echo de menos hasta la forma en la que removías el té de las 7 de la tarde.
Tendré que acostumbrarme a tu ausencia hasta que dentro de días, meses o quizás años me visite aquella persona de manos frías para llevarme lejos de aquí, muy lejos, y desvanecerme, al fin, contigo.
Qué bonito, jo. :')
ResponderEliminarSublime.
ResponderEliminarAfilado.
Doloroso.
Me ha llegado de una manera preciosa y dolorosa al alma.
ResponderEliminar