sábado, 31 de enero de 2015

Vibrar

“¿Dónde demonios estás?” se preguntaba mientras miraba por la ventana del autobús. Suspiró y el aire salió disparado a través de sus labios de color rojo, aquel rojo que decidió tras no uno, ni dos, ni tres, sino cinco intentos antes de comprarlo. En su bolsillo, su teléfono marcaba la hora y el día: 18 de octubre. Las notas musicales de cada acorde de aquella canción de Radiohead que sonaban a través de sus auriculares se mezclaban con el paisaje de la ciudad, con las personas caminando velozmente porque cada segundo cuenta y sus vidas están tan atragantadas que no dejan tiempo ni para pensar hacia dónde quieren ir. Y acaban ahogándose. El autobús llegó a su parada y abrió las puertas. Para no perder las costumbres, todo se hizo con prisa. La gente se levantaba con prisa. Empujaba con prisa. El conductor del autobús se impacientaba mirando por el espejo interior y golpeaba nerviosamente, al ritmo de una melodía invisible, el volante del vehículo.
Bajó de un pequeño salto hacia la calle, y el bucle dorado que formaban sus rizos acompañó la pequeña acrobacia. Miró a lado y lado, buscando a alguien, pero torció sus rojos labios como si estuviese desaprobando algo, decepcionada,  y comenzó a caminar.
Llegó por fin, cuatro canciones y media después, a su cafetería favorita, aquella repleta de viejos libros y con estética clásica, y pidió lo de siempre. Se sentó cerca de la ventana, en una mesa con una silla de más pero un acompañante de menos y apoyó su fina barbilla sobre su pálida mano.
“Estás cerca, puedo sentirlo. Ya has pasado por aquí” pensaba mirando a la vieja calle. La camarera dejó su café con leche y dos azucarillos sobre la mesa, devolviéndola al presente.
Se tomó su dosis de cafeína en dos sorbos y siguió buscando.
Paró en una pequeña librería, de las que huelen a libros viejos y amarillentos, con mil y una historias que contar. Pero tampoco estaba ahí. Cruzó una plaza que presumía ser una rambla, olió las flores de un puesto que hacía esquina, miró un escaparate de una tienda de vestidos, pero tampoco estaba allí. Ella sentía que lo estaba rozando con los dedos, que el impacto sería inminente, pero rozaba aire, materia que no era sólida, átomos traviesos que parecían imantados en el mismo polo que los de su piel.
Finalmente, agotada, decidió sentarse en su banco favorito del parque, desde el cual podía ver como los últimos rayos de sol se teñían de naranja, agarrándose a las montañas e intentado escapar de su inevitable destino de sucumbir a la oscuridad.
Volvió a suspirar, a la vez que se llamaba unas ciento noventa y cinco veces tonta por creer que lo encontraría. Achacó los cosquilleos por la espalda y la sensación de que seguía el rastro de la mitad que le faltaba a pura imaginación, a leer demasiado y a no tener los pies del todo sobre la tierra.
El viento comenzó a soplar con más fuerza por un instante, el suficiente para que una diminuta rama del árbol que había detrás de ella se partiese y cayese sobre su hombro. Ella se dio la vuelta, y algo captó su atención, a la par que los latidos de su corazón se aceleraron en un setenta por ciento. 


“¿Dónde demonios estás?” se preguntaba mientras cruzaba la abarrotada calle. Se ajustó la fina corbata y agarró su sombrero para que el viento no se lo robase. En uno de los cristales de la cafetería que tenía a sus espaldas el calendario marcaba el día 18 de octubre. La única melodía que se escuchaba era el sonido del motor de algunos vehículos y el bullicio de la gente. Se cruzó con una media de dos rostros preocupados de cada cinco que veía. Era completamente comprensible. Los periódicos auguraban una inminente guerra tras los movimientos que estaba realizando cierto mortal que se creía una dios para los suyos en el centro de Europa.
Pasó por la puerta del teatro, mirando a lado y lado buscándola, pero no estaba. Atravesó la calle por la que un par de décadas después construirían el edificio en el que está situada la cafetería en la que ella toma su café con dos azucarillos. Cruzó el puente de piedra, el cual sería sustituido por una plaza cuando consiguiesen desviar el cauce del río. Paró a ver las novedades editoriales en aquella nueva librería, antes de que se convirtiese en una compra-venta y las blancas hojas de los libros comenzasen a volverse amarillas. La sintió cerca, pero allí tampoco estaba.
Dejó un par de monedas en la esquina en la que había un hombre pidiendo limosna, antes de que montasen el puesto de flores, por lo que tampoco el olor a rosas pudo rodearlo como le ocurrió a ella a esa misma hora del día.
Cansado y desilusionado, se dejó caer sobre el césped y respiró profundamente. Su maleta, tirada también en el suelo, contenía dentro un ejemplar del periódico, que marcaba aquel día como el 18 de octubre de 1937.
Su atención le llevó a fijarse en el árbol bajo el cual se había tumbado. Se levantó y acarició su madera rugosa y áspera. Notó cierta corriente eléctrica atravesarle toda la espalda, erizando el vello de su piel y, dejándose llevar por una fuerza nueva y desconocida, cogió una piedra afilada y comenzó a escribir algo en aquel árbol.


Sonrió mientras paseaba las yemas por aquellas letras inmortalizadas en la madera del árbol. Leyó aquella dedicatoria en voz baja, casi en un susurro, mientras que su teléfono que vibraba en su bolsillo, pero que ella decidió ignorar, marcaba aquel día como el 18 de octubre de 2015.
Existo, sé que existes y te sigo buscando.


A veces, el Universo comete errores de cálculo, poniendo a las dos personas destinadas a ser en el mismo espacio, pero no en el mismo tiempo.

Al final, ellos continuaron con sus vidas. Acabaron acompañando la cama con personas agradables, pero no que no llegaban a provocarles ese chispazo en la piel y en el alma. Teniendo hijos con esa persona, besando sus labios y compartiendo risas que no estaban reservadas para ellos.
Pero, todas las semanas, reservaban un pequeño espacio de su tiempo y de sus vidas a sentarse al lado de aquel árbol que hacía que sus corazones vibrasen al unísono, rompiendo cualquier barrera temporal existente.

15 comentarios:

  1. ¿Existe el destino? Personalmente, según iba leyendo el texto, iba sintiendo más congoja por el simple hecho de que no acabaría bien. Me gustan las historias con finales felices, pero me llenan más aquellas que no lo tienen. Has conseguido acelerar mi pulso.
    Precioso, magnífico, exquisito como siempre. ¿Cuál es tu inspiración?
    Un abrazo muy fuerte,
    Elipsis.

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  2. Preciosa y triste historia, con la que yo también he vibrado :)
    "A veces el Universo comete errores de cálculo" pero no solo errores de tiempo, a veces también de espacio.
    Le doy gracias al Universo por dejarme encontrar este rinconcito con historias que merecen ser leídas y admiradas.
    Un besito ♥

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  3. Hola!!

    Un poco triste la historia pero muy cierta, quedé algo "tiritona" con tu historia. Iba a comentar la misma cita que el comentario anterior pero claro, ya que está, me sumo a que es la mejor.

    Me quedo como seguidora en tu hermoso blog, te dejo mi blog para que nos sigamos mutuamente si así lo deseas ^^

    http://escribadeavalon.blogspot.com/


    Besos

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  4. Precioso... escribe un libro, hablo en serio. Seré la primera en comprarlo. Y me uno a los comentarios anteriores, la frase "a veces el Universo comete errores de cálculos" me ha ganado.

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  5. Brutal. Me ha matado y me he dejado morir por ese final. Incluso me ha recordado a la película "La casa del lago", esos pequeños desajustes temporales que lo cambian todo.
    Mil besos!

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  6. Hola guapo! Encontre tu blog por casualidad y me encanta! Desde hoy te voy a leer siempre, y te sigo sin dudas. Que texto bonito el tuyo
    Un besito, espero que te pases por el mio

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  7. Alucinante. Me parece un tipo de distancia especial. El tiempo y sus locuras.

    ¡Abrazos!

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  8. El Universo es un poco así, muchas veces conspira contra nosotros, contra el amor. Y aunque el Destino trate de unir a dos personas, el mundo es un macarra que se la juega. Sin embargo, a pesar de no tocarse, a pesar de la distancia temporal, la magia es tan fuerte, que les parte los esquemas y por un momento, parece que el tiempo se desvanece. Y ese momento en el que están juntos, será infinito :)
    Un besito.

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  9. Oooooh, poorfaavoooooor, qué boniiitooo!! *-*
    ¡Jo, me ha encantado, de verdad!

    Un beso! ;)
    http://myworldlai.blogspot.com.es
    Pásate si te apetece ^^

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  10. Una preciosa historia, y un final totalmente inesperado. Me encantó :)

    Adoro como escribes... saludos, nos leemos.

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  11. Es un placer entrar en tu blog y leer algo tan bueno. Espero que nunca cambies tu forma de escribir ni lo que plasmas
    un beso!

    www.humanfilters.blogspot.com

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  12. No me esperaba para nada ese final, y me ha encantado.
    Decirte que ya tienes una nueva lectora y seguidora!
    Yo estoy empezando con un blog, si te apetece y no tienes mucho que hacer aquí te lo dejo www.routeeighteen.blogspot.com.es
    Un saludo!

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  13. ¡Muy buenas, guapa! ♥
    Primero que nada he de decirte que muchísimas gracias por el hermoso comentario que dejaste en mi blog, me hizo mucha ilusión leerlo.
    Y respecto a la entrada, ¡qué preciosidad! Es un placer entrar a este rinconcito tan adorable y encontrarme con palabras tan bonitas como estas. Y no es peloteo, eh, lo digo muy en serio: escribes de maravilla.

    Un abrazo fuerte, que seas muy feliz. ^^

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  14. Jajaja lo siento mucho, pero estoy tan acostumbrada a escribir a personas de sexo femenino que ni me di cuenta... Lo siento mucho, entono el mea culpa xD

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  15. Me encanta, pero muchísimo que conste.
    Un besito

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