viernes, 4 de octubre de 2013

Atraviesas.

Abres tus temblorosos labios
para musitarme que no funcionará,
que los muros son infranqueables.

Pero no sabes que eso da igual,
que no importa lo difícil que se nos haga,
que no importa si por la noche me das la espalda,
enfadada por alguna de mis tonterías.

Que no me importa ver día a día
cómo sonríes, cómo lloras,
cómo despiertas, cómo te quedas dormida
o cómo te quedas mirando a la nada,
absorta en alguno de tus pensamientos.

Que no me importa que me pidas
que desaparezca,
si a los 5 minutos vas a volver a
abrazarme.

Que no me importa inventar
365 putos chistes para que no exista
día en el que tengas que dejar de
mostrar aquella sonrisa.

Que no me importa ver pasar
el tiempo contigo, ver cómo aparece
una arruga tras otra.

Que no me importa cruzar mil avenidas
para verte 5 malditos segundos,
o secar una a una las lágrimas
que nacen de la lluvia de tus ojos.

Que no me importan las peleas,
los gritos, las malas miradas ni
los insultos si vamos a buscarnos
en aquel banco de piedra para
volver a besarnos.

Que estoy perdido hasta por la forma
que mides el arroz con las manos,
por la forma que me miras, seria, antes
de comenzar las carcajadas.

Que no me importa contar lunar a lunar,
peca a peca,
hueso a hueso de tu cuerpo,
para multiplicarlo por el número de estrellas
y obtener una cantidad que ni se asemeja
a todo lo que siento cuando te paras
a mirarme a los ojos.

Que no me importa expulsar
a Morfeo
si se trata de escucharte toda la noche.

Que la rutina no existe,
si se trata de ti.

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