lunes, 13 de julio de 2015

Tempête d'été



Y ella era...
Era una calamidad,
una tormenta de verano.

Por el día
era puro calor,
ardía en deseos de entrar
por mi ventana
(y eso que procuraba dejarla cerrada).

Pero uno no puede evitar
que las catástrofes naturales
lleguen a azotarte.

No pude evitar
empaparme de su lluvia;
¿y quién soy yo
para luchar en contra del viento?

Me dejé llevar.

Y
de su mano,
vinieron miles de recuerdos
con olor a sal,
de momentos tirados en cualquier playa,
dejando que el sol quemase nuestra piel.

Y por las noches
se dejaba caer por mi habitación
con su sombrero
y su blanco vestido fino,
pidiéndome con sus ojos azul marino
que se lo quitase todo de un bocado.

Pero, tal cual llegó el verano,
el otoño quiso hacer acto de presencia.

El hombre del tiempo
me engañó con sus previsiones;
pensaba que nos quedarían
un par de semanas más,
para perderme entre esas calas
y tu olor a protector solar.

Llegó el frío,
sin avisar.

Y tú también te fuiste,
de la noche a la mañana,
sin avisar.

2 comentarios:

  1. Qué pena que los amores se queden solo cuando hace calor... ¡Con lo bien que vienen esos abrazos en las frías noches de invierno!

    Besos

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  2. Escribes tan maravillosamente bien, te lo juro, a cada palabra me enamoro.
    Llegarás muy lejos si sigues escribiendo así, con constancia y esfuerzo todo se logra, estoy segura
    un besazo!

    www.humanfilters.blogspot.com

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